El uso de un casco de esquí es crucial para garantizar la seguridad en las pistas. Protege la cabeza de impactos y caídas, algo que puede ocurrir a cualquier esquiador, sin importar su nivel de habilidad. Incluso situaciones aparentemente seguras, como estar en la cola de los remontes, pueden presentar riesgos si otros esquiadores no manejan correctamente su equipo y ahí llevar casco marcará la diferencia entre estar protegidos o no.

Además de ser una medida de seguridad esencial para todas las edades, los cascos de esquí ofrecen protección contra el frío, eliminando la necesidad de llevar gorro y proporcionando una mejor aislación térmica.

Según el lugar donde practiques esquí y tu experiencia, puedes elegir entre distintos tipos de cascos para esquiar: 

• In-mold: ideal para esquiadores y snowboarders que buscan un casco ligero. Está formado por una carcasa de policarbonato exterior unida a una capa interior de EPS, ofreciendo así menor peso pero manteniendo la protección.
• ABS: más adecuado para principiantes y jóvenes. Este tipo de casco se caracteriza por tener una carcasa exterior de plástico ABS que proporciona gran resistencia y durabilidad, con una capa interior de EPS que absorbe los impactos.
• Híbrida (ABS e in-mold): combina la resistencia del ABS en la parte superior del casco con la ligereza del in-mold en el resto, siendo una buena opción para actividades como el freeride.

Para poder acertar con un casco de esquí de tu talla, mide la circunferencia de tu cabeza colocando una cinta métrica alrededor de ella aproximadamente a 1,5 cm por encima de las orejas. Esta medida debería ser la parte más ancha de tu cabeza, con ella selecciona una talla.

Selecciona un casco que corresponda a esta medida y asegúrate de que el sistema de ajuste te permita un fit que no esté ni muy apretado ni muy suelto, proporcionando comodidad y seguridad.